Biología del Miedo

Uno de nuestros mayores problemas está basado en lo que yo llamo biología del miedo. Los estudios neurocientíficos nos revelan que existe una parte de nuestro cerebro consagrada casi exclusivamente al miedo.

Esta biología del miedo conforma un entramado psicobiológico en el que mente y cuerpo están definitivamente unidos a través del historial emocional que conforma y acompaña nuestras vidas.

La red neurológica del miedo no es, por tanto, simplemente una sensación aislada de nosotros, como un pensamiento fugaz que no nos pertenece durante mucho tiempo, muy al contrario, el miedo es una entidad única, una herramienta psiconeurológica tan antigua como la propia humanidad.

Mapa de respuesta del miedo

El neocórtex evalúa los mensajes que le llegan de las otras dos zonas del cerebro (el troncoencéfalo y la amígdala) y «calma» nuestras respuestas más primitivas. Como si nos dijera, «¡Tranquilo!, hay solución, hay salida».

Este sistema psiconeurológico del miedo es contradictorio y engañoso. Nos sugiere constantemente diversas caras de ese miedo, culpa, remordimiento, soledad, obsesión, incertidumbre, cólera, inseguridad… Que nos lanza a buscar culpables de nuestro sufrimiento para desde ahí sentirnos ya ajenos a lo que nos ocurre, a lo que nos invade, buscando fuera el verdadero culpable de nuestro caos interior.

Esta angustia tiene su verdadero sentido dentro de nosotros y su correlación dentro de nuestro sistema psicobiólogico. El marco biológico por donde discurren nuestros miedos es el más primitivo, el troncoencéfalo, ésta entidad , es la más antigua, la primera en formarse, la primera parte del cerebro que evolucionó en los animales, hace cien millones de años.

Éste cerebro, -llamado cerebro reptil-, contiene y se relaciona con nuestros miedos más primitivos, más instintivos, incapaz de un pensamiento más superior, por tanto no es capaz de procesar emociones complejas, ni podrá tener atisbos de una respuesta más elaborada y por tanto más completa. Éste sistema más ancestral se relaciona con el miedo más primitivo, con emociones simples como la reacción miedo-huida, la reacción más visceral y por ende menos compleja.

Acompañando a éste sistema se encuentra una zona donde se almacena el miedo, es la zona de memoria del miedo, la amígdala. Ésta zona está situada en la segunda zona del cerebro que evolucionó, el cerebro mamífero.

La amígdala es como un centro de memoria del miedo, sabemos que almacena los recuerdos de todas las experiencias dolorosas que hemos vivido, de amenaza o peligro, se convierte en una auténtica morada de recuerdos que son actualizados casi de forma constante por nuestras experiencias que conectan directamente con ese almacén que es la amígdala, para desde ahí, imprimir la emoción a nuestra experiencia.

Las reacciones amigdalares conectan directamente con la parte de acción del sistema del miedo, las glándulas endocrinas, que producen las hormonas cuyas funciones, entre otras, está la de protegernos del peligro y asegurarnos la supervivencia. Las principales son la adrenalina, noradrenalina y el cortisol. Por tanto contamos con un gran equipo, llamadas hormonas del estrés, hormonas del miedo, que nos protegen, dándonos herramientas para luchar contra el adversario físico o mental.

En la actualidad con el sistema de vida que llevamos, caminamos inexorablemente al agotamiento de éste sistema defensivo, este sistema del miedo, escuchar a éste sistema de nuestro cerebro reptil, su compañera la amígdala. Afortunadamente contamos con otra parte de nuestro cerebro, el neocórtex, que es la última parte que se desarrolla en el útero materno, este neocórtex, es la consecución suprema de la evolución.

Éste neocórtex evalúa los mensajes que le llegan de las otras dos zonas del cerebro, es como si ante la angustia y la ansiedad que nos gritan desde la zona de la amígdala ante un nuevo reto, ante una emoción que nos supera, éste nuevo córtex , nos dijera, «¡Tranquilo!, hay solución, hay salida». Estos mensajes que proceden de esta zona más evolucionada de nuestro cerebro, dan un salto evolutivo haciéndonos sentir que estamos protegidos, son mensajes de consuelo y de seguridad que nos ayudan en nuestro crecimiento y evolución, ofreciéndonos un momento de silencio interior donde no existe nada más que mis recursos frente a frente con el miedo a perder, a no ser, a no estar a la altura.

Pero muchas veces no nos escuchamos y ese mensaje interior queda ahogado por un ruido interno de miedos e inseguridades que aprovecha nuestra angustia, nuestra ansiedad y quedamos bloqueados a merced de esa emoción antigua que es el miedo, una emoción paralizante, intensa que se aprovecha de nuestro agotamiento para lucir por encima de mi YO, de mi espíritu que sabe con certeza a dónde ir y qué camino elegir entre la maraña de ruido que nos rodea.

En cada uno de nosotros hay un delicado equilibrio entre esas dos partes de mi cerebro, entre el cerebro reptil y el neocórtex, haciendo oídos sordos al miedo paralizante, aunque grite para llamar tu atención y escuchar a tu neocórtex, que te brinda la oportunidad de ir en pos de lo que deseas, aún cuando dudes de que lo conseguirás .

Dejar atrás lo antiguo y apostar por lo nuevo y desconocido. Traspasar esa barrera que me pone cortapisas, es como danzar la nueva música que sale de mi interior y abrazarla hasta generar una nueva realidad.

¿Estás preparado para bailar?

 

8 pensamientos en “Biología del Miedo

  1. Me gusta el artículo. Sí, si la tarea principal del cerebro es la supervivencia y venimos dotados con sistemas de autoproteccion de la integridad personal, el miedo hace parte de este sistema de alertas frente al peligro (ataca o huye) que es la tarea del sistema «reptil». Tambien es cierto que la educación (tarea posible gracias al neocortex) en lo concerniente a desarrollo y entendimiento humano y de otros seres vivos es la forma como nos protegeremos de manera colectiva y estaremos en capacidad de crear las condiciones para vivir en una sociedad saludable, segura, amable y sin miedo.

  2. Muy interesante tu comentario. Que relacion tiene todo lo que expones con lo que llamamos INSTINTO DE CONSERVACION.
    Saludos y buen finde
    Jose

  3. Buenas tardes
    Me gustaría haceros una reflexión. Se trata darle una dimensión que no ha sido muy explotada. Se trata de la intención positiva del miedo. De cómo el miedo es capaz de impulsar inusitada e increíblemente un «salto» o «huida» y curiosamente, lograr nuevas oportunidades y logros desconocidos por las personas. Hay muchos ejemplos en la historia. Pero lo importante es que sirve también como catalizador para la motivación intrínseca en el desarrollo de nuevas acciones, que, manejadas con estados de consciencia / centramiento, puede lograr sostener situaciones que permitan el logro en las acciones.

    Un saludo

    • Gracias por tu reflexión. Es cierto que el miedo puede convertirse en un estímulo que bien direccionado puede llevarnos a explorar otros caminos que antes no hubiésemos contemplado.
      Gracias por tu visita y tu comentario.

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