Verdades y mentiras sobre el abuso sexual a menores

Entendemos por abuso sexual cualquier conducta – sexual – en la que exista coerción, independientemente de la edad del agresor; o lo que es lo mismo, el empleo de la fuerza física y/o psicológica, es suficiente para que la conducta constituya abuso sexual.

Verdades y mentiras sobre abusos sexuales a menores

Es necesaria una atención psicoterapeútica para lograr un nuevo clima de confianza donde se puedan desarrollar recursos y habilidades que den sostén a la maduración psicobiológica del menor

Sin embargo, existen hoy día ideas equivocadas que es preciso aclarar acerca de los abusos sexuales a menores:

  • Así, la diferencia de edad entre el menor y quien le utiliza sexualmente, también nos obliga a hablar de abuso, ya que entre dos personas de edades muy distintas que no poseen el mismo grado de madurez biológica, hace que el menor sea incapaz de decidir libremente.
  • No es cierto que los abusos sexuales sean poco frecuentes o no existan. Según estudios recientes entre un 20 y un 25% de las mujeres y entre un 10 y un 15% de los hombres sufrieron algún tipo de abusos en la infancia.
  • Están presentes en todas las clases sociales y en todos los ámbitos culturales, y no como se tiende a creer que sean exclusivos de estratos sociales y culturales bajos.
  • No es independiente al género, pues dentro del ámbito familiar y social, la frecuencia de abusos a niñas/niños se va equiparando en la actualidad.
  • No es cierto que los agresores son siempre desconocidos, violentos o que padecen algún tipo de enfermedad mental; de hecho, solemos encontrarnos con personas allegadas al menor y con mayor frecuencia encontramos al agresor dentro del ámbito familiar cercano.
  • No es cierto que necesiten recurrir a la violencia, ya que los agresores suelen actuar con sutileza, empleando el engaño y el abuso de confianza.

Esto no me puede pasar a mí.

La otra realidad es creer que si los abusos ocurren en nuestro entorno más cercano lo sabríamos, lo cierto es que, la mayor parte de las agresiones sexuales se ocultan, esto debemos unirlo al hecho de que los adultos nos resistimos a admitir hechos tan graves y negando la evidencia, creemos que dejan de existir.

Deberíamos tener en cuenta que el discurso del menor es prioritario en cuanto a que los niños casi siempre dicen la verdad cuando hablan de este tipo de sucesos, pues su madurez no ha alcanzado todavía la capacidad de comprender el abuso al que se ven sometidos, y por tanto a “imaginar” ese tipo de acciones, por ello es prioritario escucharles con mucha atención y, por supuesto, creerles. De esta forma, el niño tendrá en quién confiar (haciendo posible que vuelva a recuperar la confianza).

Efectos a corto plazo de los abusos sexuales

Los efectos o secuelas después de padecer un abuso sexual varían según distintos factores, (como el tipo de agresión, la relación entre agresor y la víctima, la duración y frecuencia de la agresión…) Por ello no podemos generalizar, aunque si podemos hablar de efectos a corto plazo, es decir, los que aparecen inmediatamente después del abuso.

En los primeros días o semanas y durante los dos años siguientes, según los investigadores, entre 60 y 80% de los menores que sufren abusos sexuales padecen secuelas a corto plazo, y entre el 15 y el 40% de las víctimas necesitan ayuda profesional ante los síntomas tan graves que presentan.

Los síntomas más comunes que se presentan, van desde un aumento de la desconfianza, como el miedo a salir solos a la calle, incluso a desarrollar actividades que antes no les producía ningún tipo de inquietud. Suelen darse diversos síntomas como ansiedad, hostilidad (tanto ante la familia, como ante el agresor), asco, miedo, culpa, vergüenza… por ello es de vital importancia en la intervención, la desculpabilización del hecho traumático como mecanismo regulador del diálogo emocional.

Se sienten marcados para siempre, sin valor alguno, en inferioridad. Suelen tener problemas para conciliar el sueño, y experimentan terrores nocturnos e incluso suelen tender a aislarse socialmente.

Efectos a largo plazo de los abusos sexuales

En cuanto a los efectos a largo plazo, se cree que afecta un 30% de las víctimas, aunque esto es orientativo, porque los efectos de la agresión se mantienen años después en la vida adulta.

Lo que fácilmente podemos detectar son trastornos psicológicos diversos, como la depresión, que es la patología más comúnmente relacionada con los abusos sexuales a menores. Suele ir acompañada de ideas de suicidio, (que en ocasiones pueden hacerse reales), ansiedad o trastornos alimentarios. También nos encontramos con mucha frecuencia la imposibilidad de llevar una vida sexual plena y satisfactoria.

En síntesis todo abuso sexual a menores conlleva un daño a largo plazo porque supone una situación traumática, experimentan un desarrollo sexual precoz que puede conllevar incluso el abuso sobre otros menores o  reaccionar con asco, temor y desconfianza ante todo lo que guarde relación con la sexualidad y la afectividad.

El sentimiento de desprotección y la pérdida, quizá para siempre, de la confianza en las relaciones humanas y el sentimiento de  impotencia, generan falta de autoestima, problemas con el autorreconocimiento, esto unido al consiguiente aislamiento social, facilita que la víctima quede marcada por una situación de gran vulnerabilidad.

Conclusiones

Por ello es vital que en la familia, en la escuela y en todos los sectores, haya un soporte donde el menor se sienta reflejado y seguro. Es de suma importancia que seamos capaces de crear un clima de confianza y comunicación que facilite la detección del abuso sexual, así como colaborar con la escuela y con los agentes sociales en el desarrollo de los programas de prevención de abusos sexuales .

Hay que constatar que para minimizar los daños colaterales, es necesaria una atención psicoterapeútica para lograr un nuevo clima de confianza donde se puedan desarrollar recursos y habilidades que den sostén a la maduración psicobiológica del menor, desde donde un entorno de calidez y seguridad podamos reestablecer el vínculo de confianza.

Un pensamiento en “Verdades y mentiras sobre el abuso sexual a menores

  1. Me parecen aspectos muy interesantes para ser difundidos en la sociedad en general, porque al ser un problema tan estudiado, se pueden llevar a cabo estrategias de prevención o de detección oportuna (ya que sabemos bien que cuando el agresor es un familiar cercano, no solamente se comete por una ocasión el acto abusivo, sino que se lleva a cabo por tiempos prolongados, asociado a amenazas que minan también la situación intrapsíquica de quien lo padece).
    Por otra parte, no es únicamente la sensación de culpabilidad, vergüenza o vulnerabilidad, la que lleva a que quien padece este abuso no denuncie, sino también el riesgo de intensa crisis familiar como consecuencia a la denuncia, lo que lo sitúa en una profunda vivencia conflictiva.

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